"Cronista del Mundo"
Aldana Ferreyra – Cronista del Mundo “(…) en una sociedad que todo lo doméstica, compra y hace suyo, el arte actual sólo puede ser libre, el arte libre sólo puede realizarse en la calle, el arte en la calle sólo puede ser ilegal, y el arte ilegal se mueve en un territorio ajeno a los valores que la sociedad actual impone. Nunca como ahora fue verdad la vieja afirmación de que la auténtica obra de arte está por encima de las leyes sociales y morales de su tiempo”. A.Pérez-Reverte, El Francotirador Paciente, (2013) Nacida en Argentina pero con paradero incierto, la artista plástica Aldana Ferreyra podría poner en su documento que es una “ciudadana del mundo”. Con su valija de trabajo recorre los continentes hace ya varios años, dejando en la vía pública –y muchas veces también en interiores que piden replicar el trabajo que toma las calles- la impronta de su paso. Muralismo, Street Art, pintura de caballete, fotografía, todo se suma para desarrollar una estética que fundamenta sus raíces no solamente en los conocimientos académicos y estudios relacionados con la Historia del Arte, sino en la Geografía Ambiental, donde la artista desarrolló una Tecnicatura, específicamente para poder abordar con una mirada interdisciplinaria la problemática que se convierte en el centro de su atención artística. Vayamos por partes. “Así es como veo mi trabajo…un constante aprendizaje de vida; y, aún hoy, me sigo redescubriendo”, dice Aldana cuando hablamos sobre la obra en general. Un trabajo que empezó desde muy chica con la pintura sobre el lienzo y que de buenas a primeras se encuentra tomando las paredes, expandiendo su horizonte, investigando soportes alternativos cuando la tela queda chica. Y casi como una ley transitiva, lo que sucede en la plástica, se replica en el entorno que habita, el cual también, le empieza a quedar chico. Hace casi una década que Aldana Ferreyra se traslada con sus pinceles a los barrios más recónditos de África, Latinoamérica, Europa, por nombrar algunos. Allí se mezcla entre los lugareños, se instala en el corazón de sus vivencias y desde allí, desde donde puede recibir la impronta no mediatizada de la comunicación más sincera posible, escucha al otro, lo deja percibir su obra y compartir sus experiencias, trata de captar al menos una parte de sus percepciones de vida y lo pasa al muro. “Una de las cosas que me gusta de pintar en la calle, es escuchar las experiencias de vida de la gente de un pueblo. Pensar que hay personas que no hay salido de 200 km alrededor, ni utilizan internet y mucho de sus saberes no se encuentran en la web. Es muy loco pensar lo que en algunas personas produce mi trabajo, se acercan y comparten su experiencia personal; es una de las cosas que más me gusta”, me cuenta la artista. Un saber que no se aprende solamente en los pupitres ni se transmite desde lo teórico sino que requiere una sensibilidad especial para registrar al otro, para acercarse a su cultura, a su forma de pensar el mundo y de vivirlo, requiere movimiento, traslado, viajes, adaptación, caminar el mundo más allá del propio. Y en esta tarea, la fotografía es un gran aliado para la artista porque le permite transferir tanto al muro como a tela, los registros captados fruto de la experiencia in situ en cada uno de los pueblos y ciudades visitadas.Una obra que construye la técnica en base a la investigación. Más allá de los referentes históricos en el campo de la técnica mural desde el muralismo mexicano hasta las variantes más radicales del arte callejero, el trabajo de Aldana Ferreyra delinea una factura figurativa con personajes humanos en su mayoría desarrollando actividades que apelan a una denuncia, a señalar un punto de atención, a comprometer al espectador-transeúnte con una problemática urgente. Desde esa figuración clarísima pero también con toques surrealistas y fantásticos –o al menos muy lejos de cualquier representación hiperrealista- lo interesante radica en el tratamiento de estos personajes donde las figuras cuasi geométricas, totémicas, densas, pesadas y con un fuerte protagonismo dentro de las escenas, son trazadas en su mayoría en una paleta monocromática en escala de grises. Curiosa elección de la artista porque con este detalle no menor, busca homologar, neutralizar de alguna manera, cualquier iniciativa asociada con la discriminación o el antisemitismo. Pero también aparece en ellos lo híbrido, mezclas entre especies, una vegetación que todo lo confunde, animales con rasgos humanos y humanos que se convierten en seres marinos casi como una suerte de “readaptación de la especie humana en un mundo donde todo va a estar dominado por agua salada”, según dice Ferreyra. Y es este quizás el punto central de toda su búsqueda y para ejemplificar basta con citar una sola de las series de su vasto trabajo. “S.O.S Agua” es una serie aún en proceso, más vigente que nunca. Allí la artista plantea claramente el concepto que atraviesa su obra: la importancia de la contaminación ambiental, la escasez de agua potable y el cambio climático. Busca en estas obras producir un llamado de auxilio, fomentar la toma de conciencia sobre el uso del agua potable y la contaminación de ella. Es sabido de la escasez de agua dulce en el mundo y la imperante necesidad de reconocer la importancia de la recolección, tratamiento y reutilización de las aguas residuales. Y casi como si fuese su manifiesto de obra, de una manera impecable, Aldana Ferreyra explica: “La mayoría de las actividades humanas que utilizan agua generan este tipo de agua residual. Y, de no ser tratada con altos niveles de saneamiento, ésta se presenta como una amenaza. Lo importante es ser capaces de elaborar nosotros mismos -sin la intervención de las grandes potencias mundiales- los planes de prospectiva, explotación racional y preservación de los recursos naturales, en especial de aquellos que compartimos”. La obra de Aldana no es violenta en su estética, no lastima la mirada del espectador, no busca un efecto de alto impacto, choque, distanciamiento y mucho menos rechazo. Sin embargo es rebelde, no tiene fronteras, habla de las sociedades del mundo y los problemas comunes a la humanidad, toma las calles, interpela a todo el que camina –y no solamente al que elige ir a un espacio de arte para “ver arte”- introduciéndolo en una experiencia estética aun a su pesar y lo que hay de violenta está sutilmente contenida y camuflada desde los recurso plásticos, en el concepto. Un trabajo sensible fruto de una artista muy joven, solitaria, reflexiva, la cual se descubre en cada viaje, en cada mural que exige readaptar las técnicas al espacio y al clima, pero por sobre todo, reclama un espíritu libre con intención de recibir lo que cada destino tiene para darle, dejando de lado los preconceptos. Lic. María Carolina Baulo, Febrero 2021
Texto de Artista por Lic. María Carolina Baulo |